miércoles, 20 de julio de 2016

Lobby

–Te pusiste loción. ¡No se vale!
–Poquita.
–No importa. Huele.
–Cualquiera te pudo saludar y haberte impregnado.
–¿En todo el cuerpo? No se vale, Javier.
–Ok, ok, no lo vuelvo a hacer. Es por el recuerdo de la primera vez.
–Sí, pero no hace falta. Hasta quisiera irme.
–A ver, vete.
(pausa) –Sí quisiera. En serio. Y luego Vetiver.
–¡Joven!
–Dígame, señor.
–Me trae la cuenta.
–Sí, señor.
–No es cierto. Me trae otra Bavaria y… ¿quieres más vino blanco?
–¿Otra cerveza? ¿Pues qué, estamos en el estadio?
–Ok. Un Black and White en las rocas y otra copa de vino para la señorita.
–Sí, señor.
–Oiga y ¿le pueden subir a la música?
–Voy a ver, señor y con todo gusto.
–Gracias. Ya ve que hay cosas que pueden mejorar la propina.
–Sí, señor. Voy a hacer el intento.
–Gracias.
(silencio, tararea Rising)–¿Sabes cómo se llama esa canción?
–Subiendo.
–Elevándose. Me gusta más con ese nombre porque me recuerda a nosotros. Es sexy.
–¿Te gusta que nos veamos así, Javies?
–¿Cómo?
–Así, cuatro veces al año.
–Es un buen número.
–¿Y si dejaras los números en tu trabajo, para variar?
–Me refiero a que es una buena frecuencia. Para mí.
(pausa) –¿Y no me preguntas si está bien para mí?
(toma aire) –¿Está bien para ti que nos veamos en cada estación del año, Patricia?
–Ya le subieron a la música, ¿oyes?
–Mejor que antes, sí, Patricia.
–No. ¿Alcanzas a oír la campana del elevador?
–Pues no. Yo creo que si me fijo. A ver. Sí. Ya la oigo.
–Te tengo que confesar algo.
–Tienes otro novio.
–No.
–¿Quieres que nos dejemos de ver?
–¡Uy que serio! ¿Quisieras eso?
–Nunca.
–Ah, ¡bueno! No. Hay veces que vengo. Sola. También en viernes.
–Gracias, joven. Y gracias por subirle a la música.
–Sí, señor. Ya ve que cuando se puede, se puede.
–¿Cómo que sola?
–Y no sabes cómo molestan. Unos te mandan bebidas, otros se quieren venir a sentar, otros hasta se sientan. Hay que rechazar a uno por minuto.
–¿Y, entonces, para qué vienes sola?
–Para imaginarnos a ti y a mí. Hasta me pido lo mismo de tomar. Dos copas de vino blanco. Ni una más. Imagino que pides tu cerveza ésa, naca.
–Pero si…
–Y oigo el elevador, y me imagino que estamos esperándolo y que una de esas campanitas es para nosotros.
–¿En serio haces eso?
–Sí. Y cuando toca vernos, te pones loción.
–Perdón.
–Está bien.
–Salud. Juntos por siempre.
–Cuando se pueda.
–Siempre se podrá. Y trataré que sea más de cuatro veces por año.
–No. Así está bien.
–¿Segura?
–Completamente.

–Salud, entonces. Vamos por nuestro timbrazo. ¡Gracias, joven, ahí le dejé en la mesa, así está bien!

No hay comentarios: