José Antonio miraba la televisión, el Tío Gamboín cantaba
las mañanitas sin mover la boca, pues la cámara lo veía mientras una grabación
suya cantando celebraba a los cumpleañeros del día, que poco antes había leído
en una lista. Los juguetes de pilas que lo acompañaban, y que no estaban a la
venta como había dicho miles de veces, se mantenían impávidos sobre su escritorio. El
tío no consanguíneo miraba a cámara o revisaba papeles con saludos, quejas y
solicitudes de regreso de programas como Ultramán; solicitudes que ofrecía
hacer llegar a la "gerencia", como llamaba a esa entidad que para
José Antonio era de un abstracto total. Mientras oía cantar al ventrílocuo
presentador, José Antonio recordó el plan para su propio cumpleaños, al tiempo
que oyó la llave del departamento abrir la puerta. La chapa emitía los rasgos
sonoros de su mamá abriendo, pues su padre lo hacía más rápido y llegaba de
noche.
–¡Ya sé qué quiero hacer el día de mi cumpleaños! Quiero ir
al Mundo Feliz. Me contaron en la escuela, está bien padre.
–¡José Antonio! –dijo Lucía –ya te he dicho que no digas
"padre". –José Antonio no encontraba qué estaba mal en decir
"padre", pero sobre todo no encontraba una palabra que la
sustituyera. Chiro era peor, y a él no le gustaba.
Lucía depositaba las bolsas de supermercado de papel de
estraza, dobles, para que no se rompieran, acordándose más de que su hijo había
dicho "padre", que de lo que éste le quería contar.
–En el Mundo Feliz hay lanchitas, flores que cantan, una
casa chueca, un globo gigante donde te metes...
–Tu cumpleaños cae en viernes este año.
–No, ya vi el calendario.
–Tu cumpleaños es el 29 de febrero, y es viernes, José
Antonio.
–Primero de marzo, ¡es sábado! –¿Cómo podía confundirse con
la fecha de su cumpleaños su propia madre? ¿Se podía mandar este tipo de quejas
al Tío Gamboín para la "gerencia"?
–Naciste en año bisiesto, que es cada cuatro años, este año también
es bisiesto y te toca festejar tus ocho años en tu fecha verdadera, José
Antonio: 29 de febrero.
–¿Qué otros días bisiestos hay en el año?
–Ninguno. Y bisiesto es el año, no el día.
Cuando llegó su hermano Jesús, un año menor que él y aún
entorpecido por una siesta, pensó en su cumpleaños. 11 de mayo. Una fecha
protegida a la que nunca le harían cambio. Para su hermano Jesús todos sus
cumpleaños caerían en 11 de mayo. Tuvo envidia. Pensó que pudo haber nacido el
1 de marzo del año anterior o del posterior o de ése mismo y no hubiera pasado por esto que
ahora le ocurría. Era terrible. No había nacido en marzo, sino
en febrero. Cuando cumplió cuatro años no se lo habían podido explicar, sólo
hasta ahora, y con dos bolsas gigantes de supermercado de por medio; sin su
papá presente y con su hermano bostezando sin saber de qué hablaban, y sin que
le importara más que saber si en una de las dos bolsas estaba su chocolate Milo. Hasta la palabra "bisiesto" era fea. Nunca la
había oído.
Al llegar la fecha, en viernes, las mañanitas del Tío Gamboín
extrañamente no sonaron en la TV. Seguro él era el único que cumplía años ese
día horrendo, y no era de la lista de sobrinos del tío de los juguetes
autómatas y el saco rojo. José Antonio había pedido que en lugar de pastel en
la escuela ese viernes, festejaran en sábado él, Pablo y Samuel, sus dos
mejores amigos, nacidos en junio y en octubre.
José Antonio no sabía ese viernes, pero nunca olvidaría el
Mundo Feliz, donde festejó su cumpleaños el sábado 1 de marzo de 1976.
No hay comentarios:
Publicar un comentario